martes, 12 de marzo de 2013

¿SOMOS EFICIENTES BUSCANDO INFORMACIÓN?

Hicimos, sin ninguna intención previa, un experimento muy interesante la semana pasada en una actividad formativa que describiré más adelante. Valga decir, como anticipo, que el curso en sí trataba de forma general sobre los cambios que la tecnología puede producir a la hora de planificar actividades educativas. 
A portagayola tuve una brillantísima intervención introductoria sobre el cambio del rol docente, la importancia de los aprendizajes constructivos, los centros de interés de los alumnos y bla bla bla consiguiendo no dormir al personal en unos treinta primeros minutos memorables y dignos de la ovación más cerrada. Como los aplausos no se producían, mi bien preciada sagacidad me hizo observar que los traseros aposentados en el skay se meneaban de manera inquietante. Fue en ese momento cuando yo, triunfante por el éxito de no adormilar a ningún sufrido asistente, cambié con inusitada habilidad el tercio. Coloqué el marronazo de seguir en la pelea formativa a @anuska72 y que pasara ella a describir algunas aplicaciones productivas mostrando sus veleidades.  Borracho de mi éxito me situé entre los asistentes cual topo de la KGB observando con el rabillo del ojo los movimientos lentos y titubeantes del "mouse" y el doble click
Previamente al encuentro diseñamos una práctica que mostrara la competencia digital docente para llevarla a cabo al final de la sesión . Para ello hicimos un documento con esta imagen y les distribuimos en grupos de tres para que la búsqueda no fuera excesivamente compleja:


El título  de la actividad era EL INVESTIGADOR INSACIABLE.
Dábamos cuatro pistas: Google earth, La Fregeneda, entre el túnel 5 y 10 y un litro de pintura blanca.
El primer reto planteado era:
1) ¿Con qué modelo de cámara esta hecha esa fotografía?
La sorpresa fue mayúscula ya que la pregunta esperada era qué planta es la que se muestra en la fotografía.  La teoría nos decía que siguiendo las pistas en ese orden acudirían a Google earth, teclearían en el buscador La Fregeneda, buscarían en las inmediaciones un recorrido, puede que ferroviario por los numerosos túneles, se situarían entre el 5 y el 10, buscarían la imagen, la encontrarían, allí estaba  la Madreselva que la parió, harían click y llegarían  a Panoramio. Una vez allí se darían de bruces con  "mostrar detalles" y... aparecerían una serie de datos técnicos entre los que se encuentra el modelo. Tiempo estimado 5 minutos. Seguramente sobrarían 4.
La realidad sin embargo tiñó de marrón oscuro nuestras previsiones. Mostrar el icono de Google earth fue nuestra primera y sorprendente misión. Una vez dentro explicamos que hay un buscador y que tecleando el nombre les llevaría de manera mágica a la localidad. Otra tarea no prevista era mostrarles la técnica para moverse con finura y no con  movimientos espasmódicos de ratón que les dirigieran directamente San Petesburgo o al Mar Báltico. Pasaron 15 minutos y una voz con cierto soniquete a derrota, era @anuska72, anunció: -¡la foto está antes del túnel 9! Cinco minutos más tarde la práctica totalidad de los grupos llegaron a la información requerida en el cuadruple del tiempo estimado.
2) Hacer el presupuesto más barato para pintar con pintura blanca un túnel que tuviera diez metros de largo, cinco de altura y cuatro de anchura era el segundo reto. Los matemáticos didáctas nos dicen que para resolver problemas es necesario recurrir a la lógica, tirar, si fuera preciso, de "la cuenta de la vieja" y recurrir a la estimación como cálculo mental, cuanto más aproximado mejor. Se resolvió  con más o menos éxito si bien volvimos a topar con la búsqueda del litro de pintura más barato como escollo más complicado.
Un profesor, con mucho sentido común, me dijo: "Si nuestro problema es que no sabemos acceder a la información". O lo que es lo mismo; falta de competencia en la búsqueda de información. Mi reflexión es ¿cómo seremos capaces de evaluar esa competencia a nuestros alumnos?
Con respecto al problema dejaré que sea @anuska72 (ya tiene su blog para esparramar) la que haga sus propias reflexiones de cómo se enseñan las matemáticas y las consecuencias de no saber resolver problemas elementales adaptados a un entorno o situación real y qué sucede en cursos superiores.
Esta anécdota, quizás un poco exagerada y en tono de humor, no quiero que sea interpretada como crítica sino como un largo camino que aún debemos recorrer para alcanzar esa competencia profesional básica que nos permita, al menos, ser coherentes si evaluamos a los alumnos por competencias. Y que obligados estamos a ello, por cierto.

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