viernes, 25 de octubre de 2013

Los mensajes orales y escritos

Las programaciones son, en suma, la estructura que da sustento lógico y ordenado a un proceso de enseñanza y aprendizaje que va a producirse, no solo entre docente y discente, sino entre otros muchos agentes susceptibles de favorecer aprendizajes: familia, medios de comunicación, tecnologías, patio de colegio... Evidentemente esto no es una definición al uso, pero para entender algo que conocemos y sufrimos todos nos sirve como introducción. Sí, he dicho sufrimos. Es, por así decirlo, el plano que cualquier arquitecto elabora y diseña para que el edificio se sostenga. Ese plano es examinado línea a línea, centímetro a centímetro. Sería impensable pensar que un arquitecto realiza un edificio o casa sin dicho plano. Imaginaos lo que supondría escuchar al arquitecto de la vivienda que hemos adquirido decir: "No, yo todo lo tengo en la cabeza, el plano pa qué"
Hecho el símil me cuesta creer que haya docentes que puedan decir "Yo programaciones pa qué, si lo tengo todo en la cabeza" Exteriorizarlo verbalmente es una cosa, sin embargo, en la intimidad de nuestros pensamientos quién no ha estado tentado de mandar a la porra todo el formalismo programador. Además, mejor no tentar a la suerte pues  el monstruo peludo de la Administración educativa  nos va pedir religiosamente a principio de curso dichas programaciones y hasta, en ocasiones, las va revisar para ver si se están cumpliendo los objetivos, la temporalización, si se han marcado las cruces pertinentes en las competencias básicas, si son coincidentes los criterios de evaluación y coherentes los de promoción.
He aquí que hemos dado con la palabra mágica "revisar". Porque claro, nuevas leyes, nuevos aires. Nuestro sistema educativo marca uno de los índices más bajos a nivel mundial en resultados y hemos de buscar causas y rendir cuentas para pedir responsabilidades. Sin duda estas deben ser las programaciones porque ahora, nuevas leyes, nuevos aires, hemos de revisar esta programación que no está dando muestras de eficiencia.
Intuyo muchas reuniones de comisión de coordinación pedagógica tratando el monográfico de la revisión en todos sus modelos y cauces: general, de centro, de ciclo, de curso, de aula, mensual y semanal. Como si lo viera esta revisión comenzará por los objetivos y, dentro de los objetivos hay uno que me encanta y que normalmente ocupa el primer puesto en el ranking "Leer y comprender mensajes orales y escritos" Vamos, confesadlo ¿quién no ha comenzado alguna programación por este objetivo? Después vendrán largas horas de reuniones, de opiniones, de disputas para  caer en el efecto de Lampedusa "cambiarlo todo para seguir haciendo más de lo mismo" Al final viendo que el trabajo de coordinación no es lo productivo que debiera y que no doy con la programación perfecta y estandarizada que me sirva para toda la vida, recurro a la del libro de texto  en formato editable (copiar y pegar) y que, por supuesto bajo ningún concepto me voy a leer, pero que está hecha de manera impecable.
Así pues habiendo programaciones de libros de texto... hagamos de estos nuestra guía salvadora para que los niños acaben, en sujeto pasivo, leyendo y comprendiendo mensajes orales y escritos de esta guisa "Barroco: periodo de la historia del arte y de la música que duró todo el siglo XVII y parte del XVIII. Reconocemos a los compositores barrocos por su característica peluca" Sin duda, si ha llegado a comprender el mensaje escrito, habrá un antes y un después en su vida distinguiendo al pasear por las calles de su ciudad quién es un compositor barroco y quién no. 
Nunca quise meterme ni atacar  los libros de texto. Por el contrario, sí lo he hecho con su uso: enciclopédico, pasivo, lineal, sin nodos de conexión, sin estructura clara de aprendizaje, llena de actividades mecánicas exentas de fomento creativo, exentas de  búsqueda investigadora, de colaboración, de uso de la tecnología integradora... pero, después de leer esto, estoy muy tentado a hacer una cruzada