viernes, 4 de abril de 2014

DECORACIÓN CULTURAL EN LOS CENTROS EDUCATIVOS

Sé que mi opinión sobre las Semanas Culturales o Jornadas Culturales en los Centros Educativos puede herir sensibilidades. Alguno/a puede incluso llamarme retrógrada o amigo de la enseñanza del pasado en la cual no se celebraban eventos de este tipo y  la única decoración existente, de temática libre, era la que  hacíamos  a  puño y letra en los pupitres con los consiguientes cogotones que el maestro te propinaba  y posterior limpieza humillante de todo el mobiliario escolar. A pesar de todo compensaba sufrir el doloroso castigo físico. Tu expresividad artística necesitaba una válvula de escape entre tanta tabla de multiplicar, memoria de catecismo y recitado de tiempos verbales. 
Afortunadamente eso ya es historia. Los centros educativos han evolucionado, como no podía ser de otra forma, y ahora se comprometen con temas que socialmente toquen fibra o con monográficos de temática diversa por norma general  interesantes y comprometidos. Todo esto lo aglutinamos en la Semana Cultural del Centro.
Ahora va mi opinión al respecto a lo cual me pongo un casco. He denotado que la terminología ha variado en los últimos tiempos: de semanas culturales pasamos a jornadas culturales. Supongo que la merma temporal se deba a que  el tema interesante y comprometido no puede dar tanto de sí como para estar una semanita con del rollo. Con tres días y en momentos puntuales va que chuta. 
El diseño de la jornada se suele proponer en los claustros de inicio de curso. Aquí se produce una curiosa circunstancia que me recuerda a los tiempos de la mili. Cuando el equipo directivo sugiere que alguien proponga un tema o idea para la jornada se produce un silencio aterrador y espectral. El murmullo continuo de la reunión desaparece por completo y las mentes parecen estar todas en blanco. Alguien, por norma general neófito en estas lides, sugiere un tema. Vuelve el murmullo y una aprobación general mostrada físicamente con un meneo vertical de cabezas da por concluido el tema y no se hable más  hasta unos 15 días antes de la fecha señalada. El neófito va contento para su casa enorgullecido de la propuesta que se va a llevar a cabo. Acaba de ser nombrado coordinador general sin él saberlo.
Un mes antes del evento empiezan las prisas. Llega la hora de la ambientación y los decorados. Sencillos si el tema en cuestión es sobre poetas de la generación del 98  o enormemente complejo si tocamos el tema de la prehistoria. Pongámonos en este último caso, el de la prehistoria, que es más tangible al tener ya tema de disfraz de carnaval con las socorridas bolsas de basura, con lo cual matamos dos pájaros de un tiro. Se reproduce una cueva en papel continuo por el pasillo del colegio. Se pintan bisontes y escenas de caza con diversas técnicas. Muchas más manualidades y objetos decorativos tienen entretenido al centro, perdón, a los docentes del centro. La programación de la Jornada incluye: una visita de todos los alumnos a un castro, un documental sacado de You Tube, una excursión en bicicleta por las calles del pueblo, un vídeo vestidos todos los niños de cavernícolas cantando una canción y una charla a los padres sobre los riesgos de Internet y las Redes sociales. Con esto damos por concluida la jornada tirando a la basura la reproducción de la cueva.
El niño o niña habrá sido el objeto pasivo de esas jornadas las cuales no le habrán generado ni media molécula de dopamina. Si embargo, el equipo docente del centro se ha tirado 15 días recortando, pintando, ambientando... en definitiva, haciendo un trabajo ímprobo que tiene como destino final el vertedero.
Esta exposición que hago sobre las Jornadas culturales son exageradas y trato de verlo con cierto sentido del humor. Espero que nadie se sienta ofendido
La Jornada cultural debería ser el evento más importante del centro educativo, debería  durar un curso completo, debería generar productos elaborados por los alumnos, trabajar por proyectos, involucrar a las familias, debería cambiar el concepto de educación dando a los alumnos el verdadero papel protagonista. Si las Jornadas culturales se convierten en trámites que hay que cumplir porque lo tenemos recogido en la PGA yo sugeriría cambiar directamente la PGA. Pero ya se sabe: antes mantenella que enmendalla