lunes, 13 de agosto de 2012

ROBESPIERRE DISFRAZADO DE GROUCHO

Estamos cerca de vivir el puntual frenesí que cada septiembre nos lleva a comprar con ansiedad, so riesgo que se terminen, los libros de texto escolares. Libros que suscitan  entusiasmo y emoción en los alumnos al percibir el olor a celulosa y tinta fresca. Libros que son hojeados desde casa despertando la curiosidad e incluso las ganas por aprender  ¡Qué emoción!
Dibujado este clima tan favorable hacia el aprendizaje nada hace presagiar que al final de curso estos mismos libros impolutos lleguen al mes de junio, mes clave para los importantísimos exámenes finales, hechos un perfecto adefesio. Estos libros terminan, en la mayoría de los casos, policromados con rotuladores fosforitos, con monigotes clonados página tras página, con coplillas de amoríos adolescentes, con bocadillos tipo cómic en las imágenes lanzando algún exabrupto o, los que más me gustan, con bigotes y gafas redondas en cada imagen dando a cada personaje un aire quevediano independientemente de su sexo (algunos hasta fumando un habano).
Evidentemente algo ha sucedido para llegar a tal grado de deterioro. He aquí algunas hipótesis.
- Un encuentro con  el entretenimiento mientras lee el mejor lector de la clase.
- Un  esparcimiento que hace combatir el sueño mientras el profe explica
- Un ímpetu irrefrenable para expresarse artística o literariamente mientras intentan incrustar contenidos en su tierno coco.
Todo esto son hipótesis. Quizás, solo quizás, pueda ser debido a un esquema instruccional del profesor dentro del aula y la interacción que propone  con el libro que, en esencia,  debería ser  revisado. Es curioso observar como el libro que más limpio termina es el que no se usa (esto debería ser un delito) Viendo la situación económica que atravesamos y la inminente subida del IVA deberíamos, como profesores, tomar conciencia y pensar en otras alternativas.
Llegados a este punto podemos volcar, aquel que sepa hacerlo, un montón de documentos en nuestra plataforma LMS favorita (moodle, educativa, claroline...) como fuente documental y de aprendizaje. Podemos incluso perder el sentido subiendo y subiendo documentos  pensando que todos son esenciales para aprobar el importantísimo examen.(he aquí una recomendación interesante para no hacer esto) Pero cuidado, esta nueva fuente documental cercena la expresión artística ya que no hay imágenes para dibujar gafotas, mostachos y montecristos. Además, corremos el riesgo que no todos los alumnos hayan descargado los documentos dando al traste con la ronda de lectura pública en clase. Aquella que cuando éramos alumnos y nos proponía el profesor como lector, nos despertaba de nuestro letargo y preguntábamos atoradamente al de atrás por dónde "se va" y éste tampoco tenía ni idea porque dormía en otro profundo sueño provocando la risa del resto de la clase que, a su vez,  interrumpían sus secretas fantasías.
¡Un momento! ¿Y si permitimos al alumno que sea él el constructor de esos "apuntes"?. Internet cuenta con la hipertextualidad y el contenido multimedia. La web 2.0 permite construir y difundir el aprendizaje de forma individual y grupal. La clase podría convertirse en un foro de exposición, de trabajo, de puesta en común articulando el profesor las diferentes situaciones de aprendizaje.Podríamos incluso suprimir el importantísimo examen; los alumnos estarían más que evaluados. Nada, olvidadlo, estoy loco ¿quién querría complicarse la vida de esa manera?.
Os dejo, de todas formas, un Site de Carmen González Franco aprovechando un curso que se hizo en el CFIE de Ciudad Rodrigo. Situaciones de aprendizaje.
Para terminar propondría a las editoriales, ya que vemos que apenas innovan, que proporcionen espacios para los pareados, bocadillos en las imágenes y fotografías que inciten al disfraz. Por ejemplo Maximilien Robespierre de Groucho Marx.
Un saludo